Soy de la generación de las rodillas peladas, de las brechas en la barbilla y de los dientes rotos. Parece que fuera a la guerra, pero no. Soy de la generación que jugaban en los descampados y en los pocos columpios que había que eran de hierro. Sí, esos toboganes y columpios de hierro oxidado o pelado en el mejor de los casos. Aquellos de los que si te caías era en la grava que se te clavaba en las rodillas... y que felices eramos. Y casi suerte que los teníamos, porque la verdad que eran pocos... unos cuantos en el antiguo parque del Rosal, luego algunos que pusieron en la Alameda Norte... recuerdo en particular un elefante de hierro enorme, que ahora lo pienso y el que se cayera de allí era para matarse. También me acuerdo de los que había en el polideportivo de Aldaia. Y ese era todo el mobiliario urbano para el juego del que se disponía... Mirado con perspectiva en algo hemos mejorado (aunque a veces no lo suficiente).